Tots ens pensem que sabem guanyar, pero hi han maneres i formes de fer-ho....................................
Educar en la elegancia moral
Este aprendizaje de la elegancia moral no se improvisa; ha de iniciarse desde muy pequeño, cuando el niño empieza a jugar con sus padres. En muchas ocasiones éstos le dejan ganar para que el niño no se frustre y se sienta bien. Esto no está mal, a veces hay que dejarle ganar para que el niño tenga interés en mejorar, pero también hay que dejar que pierda para que no se crea que él todo lo puede, y luego se lleve un chasco con otros que no le van a dejar ganar.
No vale decirle al niño que no pasa nada por perder, que lo importante es participar, y luego cuando el papá ve en la tele que su equipo de fútbol va perdiendo no se cansa de soltar improperios y descalificativos. El niño se siente engañado.
El hecho de que el niño se enfade cuando pierde es una reacción normal. A nadie le gusta perder, y menos a un niño. Ellos lo viven como un fracaso, y como viven en el presente, el futuro les queda muy lejos, y por tanto les cuesta darse cuenta que perder una batalla no significa perder la guerra.
Como padres podemos tener en cuenta una serie de aspectos:
• Hay que ser consecuentes entre lo que decimos y hacemos. Tenemos que aprender también nosotros a perder y a medir nuestras reacciones. En el día a día hay que reconocer el mérito del que se esfuerza, del que mejora y no solamente del que gana (p. ej. hemos perdido el partido pero los jugadores han luchado muy bien).• Cuando el adulto gane o pierda con el niño o con otros, debe mostrarles consideración (p. ej. "He ganado, pero no ha sido fácil, tirabas los balones con mucha fuerza", o "Felicidades, has ganado. Te has portado como un gran jugador").• Es normal que tras perder uno se sienta un poco triste y decepcionado, pero no se deben permitir reacciones desproporcionadas (agresiones verbales, físicas o contra el material). Si se producen hay que dejar muy claro al niño que en esas condiciones no puede jugar y se quedará fuera del grupo hasta que se calme.• Se gane o se pierda hay que felicitar o solidarizarse con el adversario ("Lo has hecho muy bien", o "lo siento. Ha sido un placer jugar contigo").• Tanto los padres como los hijos tienen que aprender a hacer examen de su conducta para saber en qué aspectos tiene que mejorar. Es más fácil criticar al otro que a uno mismo. Cuando el niño esté triste porque ha perdido, ayudadle a analizar el partido y hacedle preguntas sobre qué se podría haber evitado o qué se puede cambiar para la próxima vez, en función de su edad. Para poder hablar de la derrota a veces hay que esperar a que el niño se calme un poco y lo pueda ver con un poco de distancia. En el momento de la frustración es difícil dialogar y ver las cosas. Esto no vale sólo para el deporte, sino también para los fallos de comportamiento que haya podido tener en general.• Se le debe enseñar a jugar limpio. Establecidas unas reglas, hay que respetarlas. Si los niños son pequeños no debe haber muchas. Además, éstas no se pueden cambiar cuando a uno le interesa. Conviene acostumbrarse a no protestar ni quejarse, sino a aceptar las decisiones del árbitro, los fallos de los compañeros o los propios, y seguir luchando por la victoria con ilusión y honestidad, aprendiendo de los errores.
Molt bona reflexio.
ResponderEliminarTant de bo ho llegissin molts pares i alguns entrenadors.
Un bon comportament es una inversió de futur x la persona i per la societat.
Evitarà frustracions en la derrota i soberbia en la victoria. I desenganyemnos, si es vol ser el millor sempre hi ha algú millor. Però si un és bona persona, no ens preocuparà que hi hagi millors, di no treure el millor de cadascú en la competició i l'amistat.
Gracies Pere,
EliminarTal i com tu dius, tan de bo ho llegissin.
En l´esport hi han valors mes grans que jo admiro més que un podi.